Salí a correr. Era una calle de pavimento oscuro, con solo prado y árboles a los lados; era un día frío y nublado, bastante gris.
En un punto empecé a verme entre paredes, viendo a través de ventanas el paisaje, porque había paredes de la nada, como de casa colonial, de barro, y colores pastel, y entre esas puertas y ventanas aparecía un hombre que me llamó la atención.
Así que lo seguí.
Nos pusimos a hablar mientras caminábamos, y me llevó a un jardín tras las casas, con huertos y montañas.
Se hizo de noche y todas las estrellas estaban alineadas en filas de a 5, y se movían rotando sobre la estrella central. Apreció una estrella fugaz que dejaba una estela de colores. Empezó a bajar, a hacer espirales
Se convirtió en un agujero de gusano, y yo sabía lo que iba a pasar
Cogía al hombre de la mano
y le pedía que viajara conmigo en el tiempo.