Nada se ve bien, nada huele igual, y todas las canciones de mi lista me muestran sombras e imposibles.
Entre tales y cuales palabras veo que soy mala para cumplir promesas, vulnerable y dependiente del olvido, que repito sensaciones y finjo todo el tiempo, sobre todo a mi misma. Sigo sorprendiéndome, cometiendo errores, esperando, siendo torpe, sufriendo por cosas que no entiendo del todo cómo me afectan, como su marcada ausencia, o el temblor de sus manos al callar. Sigo siendo yo misma. Y no hay nada peor que ser aplastada por el peso de mis propias palabras.
Para qué seguir imaginando lo que no me corresponde, o esforzándome por poner notas falsas y colores amanecidos donde sé que hubieran cuadrado de cualquier forma.
Ni estrellas. Ni luciérnagas. Ni siquiera un vaho ahumado en mis retinas.
NO, ya no...
Solo creería en el cielo para que llegaras a él.

