A su amistad, a su sonrisa, y a su forma de ser que me hace querer compartirle todo, crear nuevos recuerdos, descubrir sus detalles, temores, gestos, gustos y nunca rendirme en la tarea de recordarnos de niños, cuando fuimos tan similares, un periodo feliz de mi vida del que no soy parte en mi memoria pero si en la suya. Me quiso y no lo supe. Ahora yo lo quiero, y no pienso dejar de decírselo, aunque me salga insuperablemente melosa la confesión.
Adivina quién será la última persona
a la que querré enteramente en mi vida.
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