jueves, 23 de abril de 2009

SilencioLola

Es curioso tener un sentimiento tan ambiguo; Desear sentir aquello opuesto a esa reacción poco corriente.
Es que, ¿quién siente tristeza al ver una sonrisa?
Entonces se cree no haber visto bien, que la retina estaba desenfocada, que el subconsciente captó algo vagabundo en la calle tras ese gesto, pero voltear para verla solo confirma que ni se vio mal, ni se deja de estar desconcertado.
Las lineas de la calle pasan a toda velocidad bajo el sonido de un motor destartalado, las luces de mercurio anaranjadas crean franjas sobre las dos caras en la oscuridad del interior del carro que ha permanecido en silencio los últimos catorce minutos. Pasan buses, ruido, el aire sucio de la combustión pulmonar de lo que hay alrededor; Pero adentro aun hay resquicios de ese evento que no puede dejar ir. Esa chica, la que va sentada en el asiento del co-piloto, no consigue explicarse por qué...
¿Por qué esa sonrisa?
Mira por la ventanilla sin ver nada en particular...
¿Por qué ahora?
Mira dentro de su cabeza y ocurre algo parecido. Entonces, un relámpago de respuesta le atraviesa las sienes:
¿Por qué hasta ahora?
Voltea a mirar a la mujer que conduce y que la ignora casi por completo. Tiene una edad que el cansancio resalta, las manos tensas, reflexiona moviendo los labios sin emitir ni-un-sonido.
Tiene sus ojos y su indiferencia, pero ha perdido todo lo que esa chica amaba de ella, ç. Menos esa sonrisa, escasa y fugaz, que hacia mucho tiempo no le brindaba desinteresadamente.
Si en ese preciso momento se le hubiese ocurrido algo que decirle; Algo como "Sabes, mamá? Te ves hermosa cuando me sonríes, pero me hace infeliz darme cuenta que nunca lo haces", que le hiciera saber que no todo estaba sepultado y suspendido entre las dos, que aun era su hija consentida y arrullada.
Pero ni lo pensó ni dijo nada.
Sólo le devolvió esa sonrisa tan parecida, tan contradictoria, que cualquiera hubiese pensado que la había imitado.

lunes, 20 de abril de 2009

Aquel Artilujio Difícil de Dibujar

La había conocido pero no la había visto. Solo podía leerla y sus palabras me sonaban claras, transparentes, como más tarde descubriría que era su piel de venitas oscuras. Pero eso fue más tarde.
Mientras tanto la leía, le leía la boca y la forma en que se mordía el labio inferior con esos dientes de conejo suyos, con media sonrisa escapada del mordisco que me desconcertaba del gusto. Cuando no se daba cuenta le leía entre las hebras del pelo el pensamiento que se le adivinaba en los ojos, o pegado al paladar, pero seguía sin verla ¿se imaginan? Nada más allá de las palabras, pero un día me llama con esa forma suya de cogerme por sorpresa, para desubicarme diciéndome entre la bulla del fondo, su forma de hablar enredando la lengua y una risita que me caló el diafragma, que había visto una cama y había pensado en mí, que le entró urgencia por llamarme pero que sin mi número como hacía, y que una mona que andaba con ella se lo dio junto con un celular diciéndole no te demores, y se reía de si misma, que de la situación, me decía, que tengo que colgar hablamos luego. Y acabé, claro, acabé leyéndole en la voz que también me leyó la mía; me leyó la sangre subida a la cabeza y como me ardía la mano del teléfono, me leyó algo que aun no logro sacarle que me pilló en la carcajada que se me salió por la sorpresa de su humor infantil fuera de lugar y del gusto. Tenía que ser, si, leyó que me gustaba.
Apenas pude suspirar cuando colgué, aunque más bien fue un bufido, me había dejado exhausto, como cogido por la espalda, con la guardia baja y demás terminologías que no uso. Asustado, desesperado por esa voz cargada de estática que se me había varado entre una y otra oreja, más a fondo, y mucho más allá. Pero ahí no acaba todo, no, si así fuera no estaría contándoles esto;

miércoles, 15 de abril de 2009

May

Marta no tiene ojos verdes, ni un sol marcado en la cabeza; no tiene un descapotado blanco para recorrer la ciudad.
Sin embargo, sus pasos tienen algo floral, natural, delicado, y al entrar en cualquier sitio desvía las miradas y atrae la atención...
No anda por Madrid, y la espero en un parque donde no nos hallaremos, sobre el pasto moteado de luz, con la mirada ausente y la vida entre consumida y consumada en cigarrillos y licor rojo.

Marta no me dice nada, porque no hay mucho que yo le pueda oír; pasaría a ser una pantalla insensible, y un nuevo pretexto.
Resulta en mi mundo raro un pero que no alcanzo a comprender.
Y la verdad...me gustaría conocerla mejor. Pero, la verdad, me intimida. Me da miedo salir disparada por la fascinación que me causarían sus particularidades, y dejar de crear dimensiones en torno suyo para pasar a ser parte de ellas.

Más bien, que vibre el aire donde suena la música que inspira su nombre. Que sigan los desvelos.
Que no se pierda nunca.
Marta...oh, Marta
No te voy a dar excusas.

lunes, 13 de abril de 2009

Un Viernes Efímero

Un amigo es para mi, quien te acepta como eres, y te cuenta historias de arco-iris inversos cuando el sol te impide ver la luz, y te dice lo que piensa sin pensar en lo que dice, cuyos pasos reconoces, de cuyas caricias no puedes hastiarte, el que llena de detalles tus paredes y tu vida, que te calla, te llora, te sonríe y te canta, de quien siempre aprendes y con quien algún día esperas montar en bicicleta sobre el fondo estelar.

Recuerdas?
Yo, vagamente...

lunes, 6 de abril de 2009