lunes, 30 de marzo de 2009

Día IV - Insomnio

Desearía que estuvieras aquí, hecho a base de palabras entre mis dedos y con tonos deslumbrantes sobre mi frente, detonando el aire entre los dos, calentándome un poco el alma.
Intercambiaríamos silencios, sonrisas oscuras y la medida de los pasos que queremos dar. Lo haríamos durante tanto tiempo, con las piernas y el aliento enredados, que ganaríamos los primeros rayos de un amanecer rosado.

Dios, desearía que estuvieras aquí...rozando, rayando la intimidad de mis cobijas; Te apuesto mis ojos a que me quedo despierta fingiendo dormir, para que me acunes en tu boca de palabras tiernas y bromas improvisadas. Podría atrapar el aire caliente que exhala tu dermis y colgarlo de un árbol de ramas blancas. Podría colarme entera entre tus pesadillas, o sentir tu pecho martillar. Podría...no lo sé; Podría ser feliz, aunque fuera solo un delirio de mi conciencia sucumbiendo a la suavidad de mi almohada.

Desearía, y deseo, que estuvieras aquí. Por eso no he dejado de despertar con esa sensación anudada en la nuca y en el corazón, que me indican que soñé, que estuviste ahí, y que debí quedarme dormida.