Aquí sueño que sueño con deidades de piel inmadura y brazos múltiples, capaces de caricias exageradas y mamarrachos celestes.
Aquí recordé, en una fracción deformada, estirada, superpuesta de segundo, como es que se encienden los ojos y retumba en el claro de luna una carcajada nubla al ritmo de mi corazón que sospecho taquicárdico. . .
Me gusta estar aquí.